lunes, 5 de julio de 2010

Has encontrado un enemigo

Quería ser tu aliado, ansiaba acabar con esta guerra de trincheras -que como ya experimentaran en primera persona los soldados de la I Guerra Mundial, es una guerra de desgaste-, anhelaba que los tiros entre los dos, entre los dos enemigos, cesaran. Y cesaron.

Poco a poco firmamos la carta de paz. El alto el fuego imperaba en la escena. La guerra se enfrió. Los soldados, los ciudadanos de cada bando, no mantenían contacto, nosotros, no nos mirábamos a la cara. La guerra no sólo había cesado. Había desaparecido toda relación internacional. No había explicación alguna, quizá tu extraña forma de gobernar o quizá mi gusto por los mensajes subliminales hicieron añicos la relación.

Te enteras de que se me ha abierto un frente nuevo. Yo he rehuido del ataque. El miedo ante otra guerra me hace trazar un plan perfecto. ¡No es perfecto, sé que quería ganar esa guerra! Las palabras fueron en otra dirección y abortaron cualquier problema.

La noticia llega a tu terreno. Te muestras impasible en primera instancia. Al poco tiempo decides atacar con todo tu arsenal. En este caso pretendes que pierda la guerra definitivamente. Buscas que el mundo entero conozca nuestra pequeña contienda, no te preocupes, ya la conocen muchos. Yo seré el malvado enemigo que ha decidido atacarte según tú, o eso supongo. Pero te aviso que llegado el caso mostraré las pruebas. Soy más listo que tú. No seré como Colin Powell, mis pruebas serán verdaderas, dardos certeros que irán a parar de la manera más dolorosa al centro de tí. Has encontrado en mi a un nuevo enemigo. Elige el camino correcto.

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