martes, 13 de julio de 2010

La felicidad que domina a España; la felicidad que nos dio el mundo

Las agujas del reloj se acercaban a las once de la noche del 11 de julio de 2010 cuando a dos enanos jugones les dio por enlazar la última jugada, la soñada por millones de españoles. La que nos haría ser los campeones del mundo. Era el momento en el que nuestros habituales renglones torcidos se iban a escribir derechos. Nos habíamos hecho grandes y ya no nos salíamos de las rayas paralelas. Ahora hemos conseguido escribir nuestra propia historia en folios totalmente en blanco con una tinta más rojigualda que nunca.

España se ha parado durante dos días. Deportivamente ésta ha sido la mayor felicidad de la mayoría de los españoles. Yo, que incomprensiblemente para algunos, amo el real escudo redondito desde que nací, he gritado un gol como nunca había hecho antes. Me he abrazado como nunca había hecho antes. Me he emocionado con algo tan simple como ver un balón traspasar una línea blanca como nunca antes me había pasado. El pulso alcelerado, la respiración agitada y la enorme conciencia de ver que a mis veintiún años he visto lo más grande que la Selección Española de Fútbol podía conseguir. Ahora mismo no pido más. Otros han tenido que esperar cincuenta, sesenta, setenta años... incluso otros muchos perecieron en la eterna esperanza de ver cómo esos renglones torcidos se escribían derechos por primera vez.

Muchos dicen que el fútbol es un deporte de borregos. Por favor, no llaméis borregos a millones de personas que han apartado por un mes cualquier penuria, que en una noche se han olvidado de meses de paro. Que a las ocho y media del domingo once de julio olvidaron que tenían una enfermedad mortal para ver a su país estar en la cima del mundo. Que en el minuto 117 de aquel partido dejaron atrás los llantos que la vida cotidiana nos trae a diario.

No se atrevan a llamar borrego a todo aquel que se alegre por ver algo que no sabemos cuando volveremos a ver. Si ustedes no se alegran, es vuestro problema.

Españoles, gritad más fuerte que nunca. Sacad vuestras banderas, que durante un mes este país se ha librado de fachas, que por un mes, cualquier ciudadano ha podido decir soy español sin temor a que el de al lado critique sus palabras. Españoles del País Vasco, gritad todo lo que queráis, os lo merecéis.

Españoles, sentirse orgullosos de lo que habéis visto. Que por un día hemos sido el centro del mundo.

Enhorabuena
El peso de la gloria eterna

1 comentario:

Eva Regosango dijo...

Fue enorme ese momento. Pensé que en la vida podría juntar "España" y "campeona de fútbol" en la misma frase sin ser negativa dicha frase.

Hoy me he emocionado con las jugadoras de la selección de baloncesto. 17 abajo, y terminamos forzando la prórroga. Luego, en la prórroga, lucha, garra, entrega, pundonor... los valores que siempre han denominado al buen español, y victoria