martes, 19 de octubre de 2010

El de los milagros de cada semana - Práctica facultativa

No sanó nunca con sus manos, pero ha sido santificado. No anduvo sobre las aguas, pero ha sido santificado. Sus obras no aparecen en los pasajes evangélicos, pero ha sido santificado.

A su juventud muchos otros han pasado por aquí con más pena que gloria, él a su edad es el más seguro de cuantos podamos encontrar. Pese a no tener alas, ni los ángeles podrían volar de igual forma.
No sanó nunca con sus manos, pero hizo milagros con ellas. No anduvo nunca sobre las aguas, pero sí ayudó a caminar hacia la gloria a todo su pueblo. Sus obras no aparecen en los pasajes evangélicos, pero sí se hablan de ellas en toda la faz de la tierra. Pese a no tener alas, siempre ha volado de un extremo a otro en su territorio.

El ramillete de milagros sembrados por toda España es extenso y sin parangón. En el Viejo Continente algunos se creen poder hacerle sombra, pero lo tienen difícil. Su primera obra magna la sufrió la ingeniera teutona, tres milagros en sólo veinte minutos merecían el grandioso reconocimiento final. El Imperio Romano –el actual- en su totalidad vio atónitamente como por primera vez la suerte la iban a tener los buenos, el de los milagros y sus compañeros, y no pudieron con la caballería hispana. Rememoró la Guerra de Flandes y durante la batalla capeó las hirientes espadas tulipanes para salir victorioso junto a los soldados que tenía a su mando.

Hace no mucho estaba acostumbrado a obrar milagros cada semana, desde algunas semanas aparece en contadas ocasiones, parece ser que se ha surtido de buenos hombres que buscan un objetivo común usando un mismo corazón y una misma cabeza, restándole importancia al hombre milagroso, aunque a buen seguro eso a él no le importa.

Su madre ha sido nombrada en numerosas ocasiones, y los vivas y alabanzas hacia ella no han sido pocos. Los evangelistas de la actualidad se han dedicado a acordarse de ella cuando el hijo ha conseguido dar vida cuando toda esperanza estaba perdida.

Pese a que jamás se ha distinguido por atacar, hizo enmudecer a las viperinas lenguas que desde las Islas Británicas lanzaban acusaciones absurdas sobre él y sus relaciones personales. Nunca ha metido un gol, pero éste les entró por toda la escuadra.

Aunque no ha sido santo, y quizá la iglesia que pise cada domingo sea la que se viste de merengue, todos con él nos sentimos seguros.








1 comentario:

Eva Regosango dijo...

Hemos vuelto a la gloriosa aula de informática. Cuantas risas y notas... :D

Gran artículo :D