sábado, 19 de febrero de 2011

Releyendo mi mente

Palabras, son sólo palabras. Palabras, ¿qué importancia tienen? Palabras, di lo que sea, no cambiará nada. Palabras, que lo cambian todo.

A veces, uno mismo hace balance de sus cosas, de sus estudios, de una locura con los amigos, de un "autoregalo", de una lectura que hizo, de un esfuerzo realizado, o de los propios impulsos. Estos balances pueden ser negativos o positivos, que sean cómputos insulsos e insípidos es lo más triste, ya que haces algo, hazlo para que te cambie, para bien o para mal.

Yo lo acabo de hacer. ¿Mi resultado?, negativo, o eso creo. Si es lo que uno mismo quería hacer, ¿por qué ahora el final no alegra? ¿Si era lo pretendido desde hace tiempo? ¿Si eras consciente de que se te iba de las manos y querías cortar de raiz?, ¿y ahora por qué esto arroja un resultado negativo?

La respuesta... no la voy a decir, la sé, pero no importa en este sitio cibernético. Demasiado abrí mis cosas desde esta ventana al mundo. Ventana, por cierto, ahora cerrada, en el futuro no sé cómo estará, si estás leyendo esto significa que cambié de opinión.

El balance no era lo único que había que hacer. Había que releer la mente, colocar cada parámetro en su sitio, aclarar las ideas, ordenar la memoria... (¿te suena? Lee seis entradas antes...) Ahora todo está hecho y, con la mente releída, es el momento de cerrar la historia. Poner el broche a algo que divirtió, enfadó, alegró, entristeció, en definitiva, a algo que puso el desorden en una mente fría, y a veces, algo cuadriculada... hasta luego, y buen viaje.

Posdata: me prometí a mí mismo, de verdad, volver a escribir algo con sentido, con crítica, un artículo de verdad, y no juntar letras y letras, pensamientos extraños que no interesan a nadie, pero hay que cerrar antes esta otra historia, espero que se me haya permitido esa pequeña licencia, intentaré que sea la última.

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