miércoles, 16 de marzo de 2011

Cruce de miradas; seguimos sin conocernos

Te montas en el autobús y te colocas frente a mí, de pie, aguantando, como yo, estoicamente los vaivenes propios del tránsito del vehículo urbano. Sigo ensimismado en la lectura y olvido tu presencia, en las más de 500 páginas que tengo por delante todo es más interesante.

Paso al siguiente capítulo y ahí sigues tú, tres calles más tarde, pero esta vez mirándome fíjamente. Quizá te llame la atención mi camiseta de Súper Raton -que no Micky, no pienses que es una burda copia del hijo de Walt Disney-, o te haga gracia que la ventana esté abierta y me golpee con ella en cada bache, o si no, probablemente te atraiga el libro que sujeto entre mis manos y al que ya no dirijo mi mirada.

Sigues en pie, frente a mí, y sigues mirando sin temor. Yo, protegido por unas gafas de sol "semi oscuras" te aguanto, a mí manera la mirada. No es que me sienta protegido al pensar que no veas mis ojos, que sé que los ves, es una protección mental la que tengo en eso momento para pelear contra ti y tu desvergüenza.

Vuelvo al libro, el mundo en él me aporta mucho más.

Y ahora, ha llegado la parada, mi parada. Chica, estoy notando que te encanta mi Super Ratón, mueres por él. Pero lo siento, yo me bajo en ésta. Paso por al lado tuya y ultimas el análisis, espero que te haya aportado algo. Hasta la próxima. Buen viaje.

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