viernes, 26 de agosto de 2011

Dejemos el título para otro momento

Texto muy breve, carente de sentido y que salió de la nada una mañana mientras esperaba sentado en un banco junto al Hospital de la Caridad en Sevilla. ¿La razón por la que quiero compartirlo?, la misma por la que compartir otras tantas letras escritas con anterioridad, mi gusto por el que me lean, aunque ello me haya traído algún problema. 
El banco se tambalea, quizás, con envidia de algo tan sevillano como un paso de palio, intenta hacer una burda imitación de lo que le da cobijo a Ella.
Mientras, escuchas de fondo cómo dos señores -a cierta edad hay que tratarlos a todos como señores- se afanan en arreglar el mundo a su manera y, definitivamente, creo que ellos tienen la solución para todo.
Tras la verja van pasando coches, uno tras otro, sin detenerse, ¿metáfora de la vida? Ésta transcurre y no se para ante ti, y si tú te paras, ella ya se encargará de llevarte por delante.
Las hojas de los árboles se precipitan desde las copas más altas. Otra metáfora. En un instante estás arriba y tan sólo unos segundos más tardes yaces en la mediocridad, en el suelo, a ras de otros que, como tú, han sido desprendidos de su grandeza.
Los señores siguen a lo suyo. Me sorprende, a la vez que me agrada, ver cómo mantienen intactos el setido del humor, tal y como hago yo con mis iguales, aquí también se dan "caña" mutuamente.
Una llamada impertinente interrumpe este alarde de improvisación inútil, más problemas. Aun así he conseguido mi propósito: Consumir minutos de larga espera. Encantado me hallo.

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