viernes, 26 de febrero de 2010

Cuando temes que el sueño te haga olvidar... -La Crónica-

Sales hacia Cádiz, la ciudad soñada, la que tanta curiosidad me despierta en cada rincón, son las 4 de la tarde y por delante quedan horas de impaciencia, del reencuentro con el Gran Teatro Falla por segunda vez en mi vida, y esta vez me toca hacer de torpe lazarillo a un gran amigo, inmejorable compañía -sólo mejorable si al dúo se le suman algunas personas-.

Viaje pasado por agua, las gotas golpean contra la luna del coche, los 130km/h del vehículo ponen fin al trayecto del líquido de la vida.

Las 17.05h. cruzamos Puerta Tierra, "David, esto es Cai", busquemos aparcamiento. Una hora más tarde encontramos un hueco, "Po no que ha sido más difícil aparcar que comprar las entradas para la Final". Son las seis de la tarde y nos ponemos rumbo al Teatro, te pierdes por las callejuelas, te topas con una larga fila de personas a las puertas de una tienda que parece tener de todo, dentro parece que no le cabe nada más, miras el letrero: El Millonario. “Mira Fran allí está el Falla…” nos acercamos y parece ser que no… “David, ¿dónde estaba el Falla?”, ha tenido suerte, si estaba al final de la larga calle. Toca recoger las entradas, no hay absolutamente nadie en cola para recogerla en taquilla, rápidamente las tenemos en nuestro poder, repongamos fuerzas, ¿no? Analizas los bares de alrededor, en este mismo, entramos y detrás nuestra aparece Juan Manzorro, “¿Un Cola-Cao Juan?”, “Si, un Colacaito”, el hombre tiene que cuidar su voz apipirigañada.

A las 8 se abren las puertas del Teatro, y para dentro que vamos. “David, ¿estás preparado?, he aquí el Gran Teatro Falla”. Poco a poco se van poblando las butacas, reencuentro con antiguos compañeros de clase y con otros actuales, curioso, que de gente conocida en una gran final en la que 16000 personas optaban a entrada.

A las 9 en punto aparece Eduardo Bablé en el centro del escenario, esto va a empezar, el primero el coro de Nandi Migueles, a disfrutar… siete intensas horas en las que reiremos, aplaudiremos, nos emocionaremos… siete intensas horas cuyas emociones vividas allí sólo son superadas por las tardes de primavera de cada Domingo de Ramos. Ver a todo el teatro en pie ovacionando al unísono a una comparsa como Medio Siglo impone, emociona y te traslada al éxtasis.

No voy a entrar a analizar cada agrupación que pasó por las tablas del Teatro, no soy el más indicado, las ganadoras no eran mis favoritas, refiriéndome a chirigotas y comparsas, pero tanto “Los Santos” como “Los que van por derecho”, fueron merecidos ganadores, el público habló una vez que el jurado dio el resultado y allí todos estaban totalmente de acuerdo. Punto y final a lo vivido dentro de esa cajita mágica, toca recoger el petate y partir de nuevo hacia Sevilla. Llegamos al Laguna, guiados por la intuición, son las 5 de la mañana.

Vuelta marcada por presentaciones, popurrís y pasodobles, es tarde y debemos animarnos. Pasan veinte minutos de las seis de la mañana, el trayecto ha llegado a su fin. El reloj roza las siete y no quiero dormir, temes olvidar todo lo vivido, quien sabe si volveremos en nuestra vida a disfrutar de una finalísima en el Falla, pero esta ya está dentro de nuestro corazón.

Epílogo: sueño contigo esta noche, quizás haya sido ya bien entrada la mañana. Le doy vueltas, no es lógico que lo haga. Me despierto y tengo noticias de ti, no es normal.

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