viernes, 6 de enero de 2012

Noche de ilusión, noche de esperanza

Probablemente, en esta bendita ciudad de cuyas tradiciones más profundas suelo surtirme y tanto me atraen, la noche de Reyes tenga matices que no adopta en otras ciudades. La noche de Reyes sevillana es la que da paso a que se recoja -palabra cofrade donde las haya- el Rey Baltasar y ya pensemos en ver la primera cruz de guía. La noche de Reyes sevillana es la última antes de celebrar la primera función principal de instituto del calendario cofrade de la ciudad. En la noche de Reyes sevillana hay mucha ilusión puesta, y con ella, mucha Esperanza. ¿Qué padre no duerme con la esperanza de que los regalos preparados sutilmente durante la madrugada sean del agrado de los niños? y eso el que tiene una esperanza más material, hay otros que los regalos que anhelan son curas de enfermendades, altas hospitalarias o días que vivir.

Venía también pensando en que la noche de Reyes no se diferencia tanto de la 'madrugá'. Los nervios durante la tarde anterior existen en los dos casos. La alegría al alba de ambas, es similar, al igual que lo que se llega a disfrutar. ¿O no es comparable ver al pequeño de la casa -o de la familia- sonreir con ver al Señor de la Salud de vuelta con las claritas del Viernes Santo? Para mí, son momentos que disfrutar al máximo igualmente, ambos serán partes importantes de mi vida en el futuro, o en ello pondré mis ganas.

Igualmente, las dos noches son muy cortas. La de enero por estar, o dormido para la ansiada llegada de Sus Majestades o por echar esa última mano a los Monarcas; la de primavera, por ser la noche más corta del año, por mucho que diga la ciencia lo contrario, en la noche que amanece antes es en la del Viernes Santo.

Epílogo: Para cerrar este desvarío sevillano con la comparación de las dos mejores noches del año, echo un vistazo a mis regalos (sí, como me ocurre en las listas de la universidad gracias a la B de mi apellido, a mi casa vienen de las primeras en la noche) y me falta uno.

En la carta a los Reyes Magos especifiqué claramente: "Y este año, la quiero a ella". Al final, entre polvorones a medio terminar por Sus Majestades, entre galletas y copas varias, he encontrado una nota de respuesta: "Sabemos que no la quieres y que no es para ti. Este año, somos conocedores de que te has librado del carbón... no le has puesto nombre, tu mente es libre y "ella" no te es necesaria"

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