Si todos esos que a diario te vuelven la cara, ignoran tus palabras, tus ideas o tus dibujos sobre la vida, supieran en quién puedes llegar a convertirte, te mirarían a los ojos con miedo a perderte y tener que disfrutarte en la lejanía. El problema, es que no llegarás a ser nada de eso y los ojos siempre tornarán hacia la dirección opuesta.
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